Es fascinante darse cuenta como las dinámicas sociales tienen su correlato estético y los cambios sociales se reflejan en cambios estéticos. Es como si existiese una especie de “sensibilidad sintomática”, en la que los movimientos artísticos reflejan los síntomas y coyunturas de una determinada época. Esto es lo que se da por llamar contemporaneidad. A veces esto ayuda a tomar conciencia de las coyunturas generacionales que nos toca vivir para generar una variabilidad personal que posibilite un cambio, pero la mayoría de las veces son simplemente el reflejo del relato ideológico de turno (que muchas veces se considera revolucionario) y estos se convierten en burdos panfletos. Hay solo una fina línea que separa ambas realidades.
Escribir sobre movimientos sociales, culturales, artísticos y sobre sus contextos históricos, tratar de entender la naturaleza humana según una perspectiva histórica y generacional, nos ayuda a entender nuestras propias dinámicas individuales, nos dota de cierta perspectiva, y a mi personalmente me ayuda a relativizar y me da fuerza, y me hace sentir que todos estamos juntos en esto. Además, saber cómo funcionamos nos da un gran poder que habitualmente se utiliza para la manipulación, pero que también puede usarse para el cambio…
Por todo ello os voy a compartir los links de unos artículos que escribí hace tiempo, no tanto porque los haya escrito yo, aunque eso da gustito, sino porque ejemplifican bien todo lo anteriormente expuesto.