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LA CLAVE DEL ÉXITO

En este texto quiero rescatar unas máximas que son importantes para mí, y que suelo repetir y sobre todo repetirme a mi misma, aún a riesgo de que resulten muy manidas.

Aunque el concepto de «éxito» sea en cierta manera escurridizo y subjetivo, aunque haya personas que logren grandes cosas en periodos muy cortos de tiempo, la mayoría de los mortales lo que vamos consiguiendo, sea mucho o poco, suele ser empezando de cero y A GOTEO: seguidores en redes sociales, ventas de nuestros libros, contactos y recursos… a veces a una velocidad desesperantemente lenta, y está bien. Cada uno debe de saber si esto es porque no está haciendo lo suficiente (y puede revisar sus motivaciones), porque no sabe cómo hacerlo (puede tratar de ampliar sus herramientas o conocimientos) o simplemente porque las cosas tienen sus propios tiempos, y si es por esto está bien. Es decir, para mi el auténtico éxito es saber manejarse con el hecho de que tanto la escritura como lo que para uno es importante procurarse en su vida, suele ser una carrera de fondo. Y que más que centrarse en la meta, el aprendizaje está en disfrutar la carrera. Se oye mucho este tipo de frases y a veces resultan cansinas, pero sobre todo tendemos a tratar de rebelarnos contra ellas, y lo que muchas veces conseguimos es hacernos daño.

Otra de las cosas importantes es encontrar un equilibro entre los momentos de soledad que nos ayudan a entendernos, a crear y a organizarnos, y los momentos en sociedad, que nos ayudan a estimularnos y a adquirir perspectivas dispares sobre los asuntos. Y es que, como animales que somos, llevamos dentro el sentimiento de pertenencia y ayuda buscar sin desesperarse, o más bien estar abierto a encontrar a gente con los que compartir valores, inquietudes y formas de hacer (en mi caso con el Gremio de editores Asturianos, pero puede ser cualquier tipo de colectivo), tratar de minimizar nuestros conflictos internos para que eso no nos impida no solo intentar favorecer una coincidencia espacio-temporal, sino una unión, una conexión real en la medida de lo posible.

Por último, gran parte de nuestra salud psicológica y creativa también se debe a encontrar un equilibro entre caos y orden. El orden estricto, el control, acaba generando malestar por exigencia extrema, y por ansia y por rigidez. Cuando tienes tu proyecto armado de forma rígida (llámese vida o aspectos de esta o proyectos concretos), es como si tuvieses un helado congelado en las manos, es difícil de tragar, sin embargo, cuando se descongela un poco, cuando deja de ser tan rígido, no solo es más agradable de comer, sino que le puedes añadir cosas, notas más los sabores, puedes apartar sabores que te gustan menos…

El orden es necesario porque genera calma, pero también es importante el caos, porque genera novedad, descubrimiento, transformación y reajuste.
A veces este caos viene impuesto por las circunstancias, por momentos inevitables de la propia vida. Y hay que aprender a relajarse lo más posible en él, en la transición que supone o está suponiendo.
Otras veces es necesario revisar y desbaratar hábitos y esquemas de cuando en cuando, sacudir el orden que hemos generado. Es como cuando uno se va de vacaciones que rompe con la rutina y tiene tiempo para uno mismo y la oportunidad de mirar hacia dentro y de ver cómo se está ante todo ello…

El desbaratar y revisar el orden que generamos induciéndonos al caos para descubrir qué cosas son realmente importantes y aprovechables (creativamente hablando también) y dejar que se de un nuevo orden, o tolerar un caos creativo para que luego, al ordenarlo, se ordenen las ideas, casi ellas solas, no debe confundirse con el caos que se genera por dejadez, acumulación de tus mierdas físicas, mentales, escritas… sean cuales sean, o por colapso.

Y después de leer estos párrafos podéis pensar, ¿y qué demonios tiene todo esto que ver con la escritura y la edición? pues para mi, uno de los libros que más calma y fuerza me ha dado para seguir adelante en el camino de la escritura y la edición es: «Cartas a un joven poeta», de Rilke. Y es que a veces, aparte de los conocimientos técnicos y contextuales que uno pueda adquirir, allana mucho el terreno sentir que uno tiene herramientas para manejarse emocionalmente con el camino que ha decidido recorrer.

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Velocismo editorial es una pequeña autoeditorial independiente, experimental, ecléctica, inserta en la filosofía del DIY o “hazlo tú mismo” y en el movimiento slow life y slow art. Trata de colaborar con la creación de una escena alternativa al margen de los circuitos comerciales habituales, alejada de estructuras narrativas y temáticas recurrentes, y respeta los tiempos creativos que suelen ser mucho más largos de los que trata de imponer el mundo moderno acelerado en el que vivimos, aunque dicho mimo le suponga convertirse en un proyecto muy personal. 

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