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¿PUEDE LA LITERATURA CAMBIAR EL MUNDO?

Y lo que es más ¿cómo conciliar la creación de nuevos referentes culturales y artísticos más saludables con el no ceñirse a la corrección política, el buenismo, el moralismo y el simplismo?

A la pregunta de ¿puede la literatura cambiar el mundo? voy a decir no, aunque es verdad que hay libros que han influido e influyen en el pensamiento de la humanidad de forma bastante significativa, decir sí nos puede llevar a la ambición, la egolatría y la frustración en una combinación explosiva.
Sin embargo, lo que voy a dar como cierto es que influye y configura el imaginario colectivo.

CONSECUENCIAS FILOSÓFICAS

Para mi es importante frente a que la trama funcione (aunque deba de estar muy cuidada) las consecuencias filosóficas que transmiten o se derivan de lo que se escribe, dado que existe una responsabilidad como creador y de que la escritura también es una forma de impactar en el mundo. Existe un impacto existencial, impactamos en nosotros mismos, en los otros y, por tanto en el entorno. Existe por tanto una responsabilidad como creadores y como consumidores, o mejor dicho, existe una libertad como ambos, y podemos hacer uso de ella como consideremos.

Como autores somos responsables de las referencias que creamos por encima de la estética o la diversión… esta responsabilidad es la manera que tenemos de transformar la cultura del ocio o del entretenimiento, en cultura en mayúsculas. Da igual que seamos pequeños o influyentes autores, todos somos creadores.

Si solo desarrollamos la parte creativa sin más a veces somos como un barco sin rumbo, con más posibilidades y por ende, dudas. Esto es porque nos enfrentamos a muchas más decisiones porque hay muchas más soluciones narrativas válidas (que atienden a la narrativa clásica). Entender las consecuencias filosóficas de lo que generamos y tener claro lo que uno quiere transmitir, orienta. Tratar de aportar utilidad al mundo, poner determinada intención, hace que no solo la obra se transforme, sino la forma de relacionarnos con ella. Todo adquiere mayor sentido, se ordenan los proyectos y las decisiones creativas se hacen más personales. Ahora bien, es muy fácil caer en el panfletismo, en el moralismo, en el simplismo y a veces en el buenismo, convirtiendo la obra en intragable.

CONFRONTAR VS EXPRESAR Y RENORMALIZAR

Muchas veces la forma de expresar y transmitir es confrontando perspectivas diferentes mediante los personajes o la trama. Te centras en el personaje, en la trama y NORMALIZAS el entorno. Y si uno quiere imprimirle un carácter crítico o contestatario a la obra, se suele hacer de esta forma directa o confrontativa. Pero también existe otra que es más sutil y que consiste en explorar el poder de la normalización, decidir el universo (la selección de información) de lo que quieres normalizar como escenario de la trama, no como parte de esta.

En general expresar en vez de confrontar es más sutil (aunque dicha sutilidad, en este mundo polarizado y posicionado de forma vehemente, nos deje en tierra de nadie en muchas ocasiones) pero es más efectivo a la larga, para lo bueno y para lo malo, ya que los planteamientos entran de modo subliminal, dado que percibimos más información de la que somos conscientes.

Voy a poner un ejemplo de mis libros porque es lo que tengo más a mano:
Uno de los valores imprescindibles que pretende transmitir Pilgrís es la empatía, el respeto y el amor por los animales, y en general por los seres vivos… Pretende hacer comprender que lo que nos hace iguales al resto de seres vivos (a los animales al menos) es la capacidad de sentir, especialmente la capacidad de sentir dolor. Pero todo ello dándolo por hecho, no formando parte de la trama, y mucho menos frente a situaciones o personajes que maltratan, para que no subyazca una supremacía moral. Las tramas de Pilgrís se centran en sus historias surrealistas e hilarantes (da igual que seamos niños o adultos) en sus poderes descontrolados. Es cierto que puntual y marginalmente esto que trato de transmitir puede afectar directamente a la trama o a los personajes, como cuando en «Dragones en el armario», Pilgrís se convierte en Perro, y entiende lo que siente y lo que ha vivido, ya que ha sido un perro abandonado. Pero como he dicho es algo marginal y puntual. También trata de preservar el mundo interior de los niños en una realidad en la que se ve que los adultos no tienen por qué tener la razón. Todo ellos intentando no ser ñoño ni simplista.

El poder de la normalización y la repetición tiene un efecto similar al de los mensajes subliminales. El marketing lo sabe, el mundo de la política y los media también. Cada vez más hay más información sobre esto, sobre cómo funciona el discurso público, sobre cómo influir en el otro… ejemplos banales y simplistas serían: ¿quién no quiere fumar viendo a Lauren Bacall haciéndolo? (asociando el tabaco al glamour) o ¿a quién no le apetece un buen trozo de pizza cuando lo ves repetido en una serie?

Normalizar pasando desapercibido en mayor o menor medida a la atención, provoca que la información vaya al inconsciente directamente. Normalizar con nuevos esquemas lo nutre con referencias distintas a las que existen… Por ejemplo, un personaje que intuimos vegano por lo que come, pero que no se explicita, puede pasarle por alto a alguien no interesado en el tema, pero ya tiene una referencia. También permite generar nuevas asociaciones: comida vegana- aburrida VS mostrar cena deliciosa. Romper patrones asociativos y generar unos nuevos, es complejo, pero posible. Sobre todo si se basan en la honestidad y en el no tratar de manipular, si solo muestran.

Si estas nuevas asociaciones son sutiles, no focalizan la atención del lector/espectador, este se ve libre para quedarse con la parte de la obra que quiera
(como cuando estás en el cine y no te gusta la trama de una película pero te quedas disfrutando de su fotografía).

Expresar e informar al otro (vs confrontarlo), sobre todo si está abierto a nuevos planteamientos, está bien, pero hay que saber cuando y cómo hacerlo, no vale cualquier oportunidad porque la pequeña rendija que se entreabre, se puede cerrar de forma radical. Confrontar o tratar de manipular emocionalmente directamente suele generar cerrazón en el otro.

En general se crea mucho desde el desprecio y mostrando desprecio (en el arte, la cultura, la política, la vida cotidiana, las relaciones interpersonales, la vida, hacia los animales…), y no es necesario, al menos no siempre, es agotador y desagradable. El desprecio es una actitud muy cansada, tanto para el que la recibe como para el que la expresa porque está en ella. Mientras que expresar desacuerdo, mostrar la crítica y la rebeldía desde el respeto y la inteligencia, tal vez estimule el respeto y la inteligencia, el desprecio solo suele estimular desprecio por contagio emocional. No es lo mismo expresar desacuerdo que expresar desprecio. Y tal vez normalizar el respeto, las relaciones sanas (como en la película de «Paterson»)… sea posible sin pasarse al extremo de lo ñoño o lo irreal.

Ahora bien…

MORALISMO Y PANFLETOS IDEOLÓGICOS

El arte, la literatura… tiene que ser libertad y exploración y en principio es válido cualquier planteamiento de cualquier persona que trate de aportar en cualquier terreno desde su forma de ver el mundo si de verdad está convencido, si realmente está convencido de hacerlo. Sin embargo, nos cuesta horrores aceptar que muchos traten de cambiar lo que sea en direcciones opuestas a lo que nosotros consideramos válidas, y hay que aprender a manejarse con la frustración de ese hecho. En resumen, que a veces nos cuenta lidiar con la libertad de los demás.

El otro gran asunto clave es no confundir la responsabilidad de lo que generamos o consumimos con el irse al buenismo, al puritanismo y al simplismo. Últimamente hay una hipersensibilización y una hipervigilancia agotadora sobre los referentes, que se miran con lupa ideológica y que recuerda cuando los conservadores tenían la creencia de que lo que hacía violentos a los jóvenes era escuchar metal.

Y es que por mucho que estés expuesto a referentes culturales violentos, por ejemplo, quien tenga anulada la capacidad de diferenciar lo que hace daño de lo que no, quien no sepa distinguir ficción de realidad es porque está roto, porque hay más factores que le han llevado a esa confusión, factores personales y sociales que hay que atender en primer término.

Es decir, comenzar a crear nuevos referentes (nuevas formas de relación con uno mismo, con el otro y con el entorno) no es contradictorio con convivir con lo que ya existe o lo que el otro quiere seguir explorando, por muy opuesto que sea a lo que uno considera válido. La hipersensibilización y mucho más la hipersensibilización ideológica acaba llevando a la censura.

El arte es o puede ser una herramienta de exploración o retrato de la naturaleza humana. Permite dicha exploración y un diálogo con aspectos de la oscuridad humana que manifestados en la realidad serían dañinos o peligrosos, es un espacio para reflexionar en la que debe de permitirse libertad para romper los prejuicios. La censura en el arte significa represión y ocultación de instintos que están ahí y
que es importante entender, y no para recrearnos en ellos sino para buscar alternativas.

Es importante entender el punto de vista con el que expresamos. Podemos expresar desde una perspectiva más personal, particular y concreta, o más amplia, podemos crear desde la llamada «cultura del entretenimiento» alimentando la evasión y utilizando los cánones y las manidas recetas narrativas que se sabe que suelen funcionar. Por el contrario, podemos intentar inducir a la reflexión reflejando todos los aspectos posibles sobre un tema… pero hagamos lo que hagamos tenemos que tener claro que no es viable controlar todas las posibles lecturas que se pueden hacer de nuestra obra.

Del mismo modo tenemos que tener cuidado con nuestros sesgos como lectores y espectadores. Las lecturas que hacemos de los productos culturales son personales, a veces grupales y generalmente cambian con el tiempo, por tanto, no se las podemos imponer al otro y mucho menos tratar de censurar algo por miedo a que se hagan determinadas lecturas. Dos personas pueden sacar conclusiones muy diferentes de una misma obra o película. Es decir, debe de primar la libertad creativa (de creación y consumo) frente a los límites moralizantes y que cada uno asuma la responsabilidad que considere con respecto a sí mismo tanto como creador como consumidor.

Histórica o coyunturalmente hemos pasado de forma radical de vivir en la presión para explorar lo «amoral» en el sentido de atacar la moral social establecida o convencional que nos oprimía y limitaba como acto de rebeldía si no queríamos ser tachados de blandos, a tener que ceñirlos a los preceptos morales que dicta la corrección política sino queremos ser censurados y cancelados.

En resumen y en otras palabras: es importante y necesario crear nuevos referentes, discursos… y explorar libremente lo que sea mediante el arte y la cultura, seguir buscando derivaciones de las normas sociales y actualizando la contemporaneidad, pero el problema es que ahora mismo se está viendo mermada es libertad, dada la ideologización cultural o el enfrentamiento ideológico tan brutal que estamos viviendo.

El problema, por un lado, es la cultura de la cancelación, la presión social que se ejerce si alguien se sale de los nuevos estándares de corrección política, que está llegando incluso al revisionismo descontextualizado de las obras del pasado, y es que no se trata de borrar la cultura del pasado que también es lo que somos, sino aprender de ella.

Hay determinadas palabras y discursos muy cargados de ideología, y no solo política, sino ideología en tanto que asociación de ideas y discurso que generan un posicionamiento casi inmediato a favor o en contra. Cada vez más vivimos en un mundo polarizado en el que parece que nos vemos obligados a posicionarnos de forma vehemente. Hay muchas obras de todo tipo que tratan de invitar a este posicionamiento. O bien confrontando frontalmente con el otro o tratando de manipularlo emocionalmente.

En conclusión, tanto en el arte y la cultura como en la vida misma la dificultad reside siempre en encontrar un equilibrio entre libertad y responsabilidad, y esa búsqueda debe de ser algo personal, no impuesto por el ojo del otro, y de la misma manera, no tenemos potestad moral para imponérsela a los otros, lo que si tenemos es libertad para consumir y apoyar o no aquello que esté acorde con nuestra forma de ver el mundo. Incluso podemos usar aquello con lo que no comulgamos integrando matices validos como forma de ampliar nuestra perspectiva. Y todo esto no solo puede cambiar la forma en la que nos relacionamos con la escritura, con el arte y la cultura, sino con nosotros mismos y con el mundo.

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Velocismo editorial es una pequeña autoeditorial independiente, experimental, ecléctica, inserta en la filosofía del DIY o “hazlo tú mismo” y en el movimiento slow life y slow art. Trata de colaborar con la creación de una escena alternativa al margen de los circuitos comerciales habituales, alejada de estructuras narrativas y temáticas recurrentes, y respeta los tiempos creativos que suelen ser mucho más largos de los que trata de imponer el mundo moderno acelerado en el que vivimos, aunque dicho mimo le suponga convertirse en un proyecto muy personal. 

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