Aunque hay referencias anteriores de autoedición, el boom de la autopublicación comienza más o menos a partir del 2006. Empezaron a aparecer cada vez más plataformas específicas, las editoriales tradicionales comenzaron a ofrecer sus servicios profesionales y a sacar sellos paralelos de autoedición que además les permitían adaptarse a la crisis económica del 2008 que nos asolaba y que también calaba en el sector de la edición tradicional. El tema ha seguido evolucionando y hoy en día las plataformas de autopublicación cuentan incluso con distribuidoras asociadas, cosa impensable hace años, así como con más infraestructura destinada a ello, lo que permite sacar un número moderado de ejemplares a precios relativamente asequibles y acogerse a opciones de venta a demanda, lo que evita generar grandes stocks y que las obras se queden descatalogadas (es decir, permite una mayor disponibilidad sin necesidad de acumulación innecesaria); además facilitan el acceso a los gigantes del mercado (con lo bueno y lo malo que eso supone). El futuro ya es presente: ya existe una máquina expendedora de libros… Las cosas no solo prosperan debido a las famosas leyes del mercado, también gracias a la fuerza colectiva que las hace posibles, al esfuerzo común que abre caminos y genera nuevos soportes.
El aspecto más favorable de la autoedición es que es una vía que ayuda a flexibilizar y a democratizar el mercado, permite la accesibilidad de cualquier autor al proceso de publicación, además de la libertad creativa que conlleva tomar tus propias decisiones sobre tu obra. Dicha libertad implica que, aunque puedas conocer los criterios que mueve el mercado editorial e incluso tenerlos como referencia, en último término siempre tienes dicha libertad absoluta de experimentación. La única condición individual debería de ser la calidad.
¿Autoedición o autopublicación?
Dato curioso: no es lo mismo autopublicarse que autoeditarse, la diferencia radica en el cuidado proceso editorial que tienen que llevar a cabo profesionales en edición (corrección de textos, maquetación, diseño de portada…). No hay un acuerdo estricto en el uso de cuál de los dos es el concepto que implica dicho proceso, pero sí en la importancia de un resultado profesional y que en ambos el costo de estos recae sobre el autor.
En el 2015, cuando decidí autoeditarme, estaba bastante perdida con tanta opción disponible, tantas decisiones importantes que tomar y tal inmensidad de información que revisar. Pero con los años fui entendiendo que escoger una opción u otra (autoeditar o autopublicarse mediante una editorial, mediante una plataforma, hacerlo de forma totalmente independiente…) depende del proyecto en concreto, de los medios de cada uno y del momento vital; que todo tiene sus ventajas e inconvenientes y, al fin y al cabo, que la promoción, que es lo más complicado, acaba dependiendo de uno mismo.
Y ya que yo he hecho ese viaje, repleto de errores, me gustaría aportar mi experiencia y mis conocimientos a todos aquellos que tengan en proyecto publicar un libro, y facilitarles ciertas herramientas para que puedan tomar sus propias decisiones de la mejor manera posible (la evolución es vertiginosa y aparecen cada vez más fórmulas y más flexibles). Por eso he compilado este manual.
Si conocéis a alguien al que le pueda interesar el tema, por favor compartid esta entrada para que pueda tener también acceso al manual.